
Un poco cada día es más que nada
No hace falta hacerlo todo perfecto. Lo importante es hacerlo. Aunque sea un poco. Aunque cueste. La disciplina no siempre es exigencia, muchas veces es compromiso contigo misma: levantarte, moverte, respirar, cuidar de ti. Sin excusas, pero también sin castigos.
La clave está en la constancia. En marcarse metas pequeñas, alcanzables, que te acerquen poco a poco a cómo quieres sentirte. Diez minutos de movimiento. Una caminata consciente. Un estiramiento antes de dormir. Eso también cuenta. Eso también transforma.
Cuando repites ese gesto cada día, aunque sea mínimo, tu cuerpo lo nota. Tu mente lo agradece. Tu energía cambia. Y de pronto, lo que parecía difícil se vuelve parte de tu rutina. Lo que costaba, ya no pesa tanto. Lo que eras, empieza a evolucionar.
“No necesitas hacerlo todo hoy. Solo necesitas no dejarlo para mañana.”